El colibrí, Mensajero de los Dioses.

El colibrí, también conocido como zunzún por el sonido que emiten sus alas cuando vuela, es el ave más pequeña en el mundo y tiene el cerebro más grande en comparación con su cuerpo. Puede volar en todas las direcciones, a una velocidad de 20 a 30 millas por hora. Sus principales fuentes de alimento son el azúcar, la savia, el polen, así como los insectos; y consumen hasta tres veces su peso corporal en comida cada día.

Estas pequeñas aves desempeñan un papel fundamental en el proceso de polinización de las plantas de las que consumen néctar. Muchas leyendas han asociado al colibrí con mensajes del más allá. Una de ellas dice que es a través de ellos que tus seres queridos ya difuntos pueden acercarse a ti.

La importancia de este pajarillo en el mundo de los muertos se enfatiza en un muro de la tumba, donde se le modeló en vuelo, mostrando la creencia de la inmortalidad de esta avecilla que podía entrar y salir del inframundo. Al colibrí se le asociaba con los guerreros, curiosamente es un ave bastante agresiva y territorial; con la nobleza, quienes exhibían sus plumas en sus atuendos; con el sol, por la iridiscencia que lo distingue; con el arcoíris, por el colorido de su plumaje; con la fecundidad por la abundancia de flores que favorece y con la resurrección por aparecer y desaparecer en temporada de lluvia y de secas, simbolizando vida y muerte. Ayer y hoy, el colibrí está rodeado de leyendas, magia, misticismo y admiración.

Desde tiempos precolombinos el colibrí ha captado la atención de los seres humanos que habitaron tierras mexicanas. Ser una pequeña ave capaz de mantener el vuelo estático, volar rápidamente de un lado a otro y alimentarse del néctar de las flores fueron los atributos que los hicieron acreedores a su sitio en la cosmovisión de las culturas del México antiguo.

El pica flor, chupamirto o tente-en-el-aire como también es conocido fue parte de las leyendas y mitos de la creación de culturas como la maya, zapoteca, mixteca, teotihuacana y mexica, además de ser representados iconográficamente en murales (Teotihuacán y Chichen Itzá), códices y en utensilios de uso cotidiano y religioso.

Y su nombre en lengua náhuatl Huitzitzilin dio nombre a algunos poblados mexicanos como Huitzilac (En agua de los colibríes) o Huitzilan (Lugar de colibríes) las denominaciones de los lugares en nahuatl es toponímica, es decir, que los lugares reciben el nombre de la flora o fauna más abundante.

Dentro de la cosmovisión maya el colibrí es llamado "el mensajero de los dioses" pues los mitos cuentan que, al crear el mundo, los dioses habían dado vida a todo pero hacía falta un portador de mensajes y buenas noticias.

Uno de los dioses cogió una flecha de jade muy pequeña y “al soplar sobre ella tomó vida y voló de manera veloz". En la región maya el ´x ts´ unu´ um´ (colibrí en maya) es el mensajero de “buenas nuevas, bendiciones y buenos deseos” al verlos “se tiene la creencia que alguien mandó un buen deseo para ti”.

El ts´ikútú, colibrí en lengua mazahua, asocia su visita con “los seres queridos que han partido al otro mundo” y aparecen en las flores “queriendo avisar que están bien y las familias no deben preocuparse”.

Para el pueblo nahua, en específico los mexicas, el ave está relacionada con una de sus deidades principales, Huitzilopochtli. El nombre del dios significa en náhuatl clásico "colibrí zurdo" y es considerado el nahualli del dios.

Tanto al ave como al dios se les relaciona con el sol, la primavera y el verano, el amanecer y el atardecer. Se les considera guerreros a los colibríes machos porque en su época de apareamiento suelen enfrentarse frenéticamente con sus picos.

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